sábado, 23 de junio de 2007

Cotización en alza para el arte contemporáneo

Gracias a Silvio Huinchulef por su aporte: esto salió publicado hoy, sábado 23 de junio en LA NACIÓN.

El británico Damien Hirst se convirtió en el artista vivo más caro del mundo
Con una instalación rematada en US$ 19,2 millones, desplazó a Lucien Freud


La corona para el artista vivo mejor cotizado del mundo pasó rápidamente de un británico a otro, cuando una instalación de remedios multicolores del enfant terrible Damien Hirst destronó al retrato de Bruce Bernard de Lucien Freud -que había alcanzado ese récord dos días antes- como la obra de un artista vivo más cara del mundo, al rematarse en US$ 19,2 millones. La nueva marca la anotó Sotheby s en la sede de Bond Street de la capital británica, al vender la instalación conceptual Lullaby Spring (2002), de Hirst, de 42 años, máximo representante de los young british artists, que superó en US$ 3,6 millones el récord del pintor figurativo Lucien Freud, de 85 años, establecido el miércoles pasado. Obra emblemática perteneciente a la serie Cuatro estaciones del siempre polémico Hirst, la pieza es una de las cuatro vitrinas de acero inoxidable y cristal engalanada con 6136 píldoras multicolores, alineadas con alarde escenográfico y precisión geométrica como si se tratara de un experimento científico. Cuando salió la pieza de Hirst, con una estimación inicial de entre US$ 6 y 8 millones, la sala se llenó de entusiasmo, con profusas manos levantadas, en las que por número se impusieron ofertas de coleccionistas británicos. Tras una febril puja entre cinco oferentes, tres de ellos por vía telefónica, la obra fue adjudicada a un comprador anónimo, por teléfono. Hirst saltó a la fama en los años 90, gracias a la difusión que le prodigó el publicitario y coleccionista Charles Saatchi, a partir de la polémica muestra Sensation, primero en la Royal Academy de Londres y luego en Brooklyn, Estados Unidos.Aunados los jóvenes artistas británicos por el gesto de provocación conocido como shock art, que encontró a su mejor socia en la polémica mediática, Hirst mostró allí por primera vez su tiburón preservado en formol ante el disgusto del por entonces alcalde de Nueva York, Rudolf Giuliani. Su última aventura artística fue cubrir íntegramente con diamantes una calavera humana y presentarla como la obra más costosa de la historia. Pero en la pieza de medicamentos de Hirst la reflexión se vincula con la historia del arte al emular por un lado las formas geométricas de Mondrian con la obra de Botticelli. En rigor, cada una de las vitrinas evoca una estación del año, con píldoras grises para la del invierno, y ocres para la del otoño. La que fue vendida ayer corresponde a la estación de la primavera, en un guiño indisimulable a la obra maestra de Botticelli como celebración alegrórica de la vida. De allí, la presencia de la colorida miríada de píldoras dispuestas como un gran festín cromático. Desafiar los límites "El arte es como una medicina: puede curar. Sin embargo, siempre me sorprendió cuánta gente cree en la medicina y mira con desconfianza el arte", comentó en numerosas ocasiones Hirst, conocido por desafiar los límites entre el arte, la ciencia, los medios y la cultura popular. Una de sus frases más polémicas fue su aseveración a los diarios británicos de que deseaba vivir eternamente, al explicar la obra en la que colocó en una pecera un tiburón muerto en formol, como símbolo de la preservación de la vida. Además de Hirst, el ítalo-argentino Lucio Fontana también pulverizó su anterior récord cuando Attese, uno de sus célebres tajos de la serie Conceptos espaciales de los años 60 se vendió en US$ 4,9 millones. Por otra parte, el martillo marcó US$ 43 millones para el sugestivo autorretrato de Francis Bacon, 9 millones por debajo de su más alta marca: el estudio del papa Inocencio X, vendido en mayo.

Loreley Gaffoglio

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